La Vía Campesina, COAG y Plataforma Rural preparan, en Córdoba, las líneas estratégicas a presentar al Comité para la Seguridad Alimentaria de la FAO. Las cuatro principales líneas acordadas fueron:
1. Control y regulación de los mercados y la producción para lograr precios justos y asequibles y evitar la especulación y volatilidad de precios.
2. Detener la concentración de tierras.
3. Apoyar mediante las políticas agrarias un modelo de producción campesina y sostenible y facilitar el acceso a la producción agrícola.
4. Rechazar las patentes sobre recursos vegetales y proteger los derechos de los agricultores a reproducir e intercambiar semillas.
Poner en común las dificultades y sacar a la luz los problemas es probablemente la herramienta más antigua de las que disponemos para tejer solidaridades y hacer colectiva la lucha por combatir sus causas. A riesgo, a veces, del desaliento. Pues aunque la información no sea nueva, siempre sorprende ver la panorámica de las heridas en la piel del mundo.
Así pasó de boca en boca la palabra el viernes en Córdoba, entre representantes de la Vía Campesina, la COAG y Plataforma Rural, en una mesa redonda coordinada por el ISEC (Instituto de Sociología y Estudios Campesinos) bajo el título “Crisis Alimentaria Vs Especulación Alimentaria. Las verdaderas causas de la crisis alimentaria”.
En ella se abordaron los problemas centrales que inquietan desde el movimiento campesino. En primer lugar, el problema de la concentración de la propiedad de la tierra y la realidad de los sin tierra. Un compañero de la Minga de los pueblos ilustró el problema con la Ley de Tierras que Santos está promoviendo ahora en Colombia y que, detrás de la restitución de tierras que presenta, pretende dejar en manos de corporaciones internacionales 70 millones de hectáreas (para explotación maderera, mineral y agraria), ante lo cual las comunidades indígenas están dando la alarma (Véase Periferia y Kaosenlared). Henry Saragih, portavoz de Vía Campesina Internacional planteó así, la urgencia de una real reforma agraria, haciendo actual el grito de “tierra y libertad” que Zapata heredó de los hermanos Flores Magón.
Asimismo se denunció una producción que está al servicio de grandes corporaciones, que rigen precios que perjudican gravemente al productor y que ponen en peligro su seguridad alimentaria. Fatimatou Hima, representante de Vía Campesina-África, destacó las dificultades generadas por el cambio climático y la falta de voluntad política para atajar sus consecuencias. Ante la presión que los precios del mercado imponen a los productores ya no basta la seguridad alimentaria (garantizar alimentos básicos con independencia de su procedencia) sino que es necesario reforzar la soberanía alimentaria, para evitar caer en la precariedad de la dependencia del mercado internacional.
Un mercado internacional que ha entrando además en una lucha de precios realizada a costa del productor y que ha incorporado la práctica (que la banca española ya ha puesto en práctica) de una especulación mediante fondos de inversión en bancos de alimentos, tal y como explicó al detalle Javier Guzmán (director de Veterinarios sin Fronteras). Una práctica que la propia asociación de Veterinarios sin Fronteras, junto con COAG, Mundubat, IU e ICV tratan de atajar con una propuesta no de ley al gobierno para la prohibición de este tipo de inversiones.
Esta especulación va más allá de la estrategia tradicional de dejar fuera de la ley a la producción campesina agroecológica (semillas, mercados...). La entrada de la especulación bursátil en la alimentación constituye, para Eduardo Sevilla (director del ISEC), una agresión directa a la soberanía alimentaria, que se basa en la economía y la biodiversidad de lo local.
La mesa redonda era el acto de clausura de una semana entera de trabajo. Se trataba de la primera reunión del grupo de la sociedad civil del Comité para la Seguridad alimentaria de la FAO, organismo de la ONU que se ocupa del examen y seguimiento de las políticas relativas a la seguridad alimentaria mundial. Y es la primera vez que la sociedad civil, a través de ellos, tiene voz en el interior de este comité de la FAO.