Celebración del Día Mundial del Agua

22/03/2010 | VSF Justicia Alimentaria Global
  • El 70% del agua en el mundo se utiliza en la agricultura
  • En el medio rural, el acceso al agua es cada vez más difícil para las campesinas y los campesinos.

VSF (Barcelona). Durante los días que rodean al Día Mundial del Agua, este año dedicado a la calidad de la misma, leemos datos escalofriantes como que 900 millones de personas no tienen acceso al agua potable. Una muestra más de un mundo en el que la desigualdad y la injusticia son el paradigma dominante. Un dato que, como el del número de personas hambrientas, no para de crecer desde que Naciones Unidas anunciara los Objetivos del Milenio.

En este Día Mundial del Agua, una vez más, desde Veterinarios Sin Fronteras queremos recordar que el agua es esencial para la producción de alimentos en el campo. Se trata de un elemento tan vital para el campesinado como la tierra o las semillas, y es paradójico que el acceso a estos tres insumos básicos sea cada vez más difícil para las familias productoras de alimentos.

El agua es como una filigrana que atraviesa en diagonal toda la cadena alimentaria: sin agua no solamente no bebemos sino que no comemos. Puede que parezca una obviedad, pero es importante que ciertas 'obviedades' no pasen inadvertidas. La mayor parte del agua no nos la bebemos sino que nos la 'comemos':

  • El 70% del agua en el mundo se utiliza en la agricultura, donde es un elemento básico para la producción de alimentos.
  • Cuando tomamos una taza de café 'bebemos' 140 L de agua (si contamos toda el agua necesaria para que esos centilitros de café llegue a nuestros labios: producción,  transformación, transporte, envasado, etc.).
  • Cuando bebemos un vaso de zumo de naranja, bebemos 170 litros de agua.
  • Cuando nos comemos una sola hamburguesa estamos ingiriendo en realidad 2400 litros de agua.

No somos del todo conscientes de que, de media, una persona se 'come' 3000 litros de agua al día, a través de su alimentación, pero no todas las formas de producir, transformar, envasar y comercializar alimentos tienen el mismo efecto sobre el agua. Uno de los sectores que más la contamina es, precisamente, la alimentación industrial: los plaguicidas y fertilizantes sintéticos se filtran a las masas acuáticas y provocan eutrofización, salinización y contaminación, o las deyecciones de una ganadería intensiva sobredimensionada fluyen y contaminan, también, grandes cantidades de agua. El sector alimentario industrial y el del sobreenvasado alimentario utilizan una cantidad de agua que sería recuperada si la industrialización y el sobreenvasado fueran menores.

A lo largo del tiempo, las agriculturas campesinas han gestionado el agua integrándola en su modo de producción, en su cultura, con adecuación de cultivos respecto de las posibilidades hídricas de los territorios, con prácticas agrarias que respetaban su salubridad y uso, produciendo alimentos y conservando el preciado recurso acorde a su ciclo intrínseco de renovación para las generaciones futuras. Pasar de una agricultura campesina a una industrial ha roto, también, ese vínculo.

Desde hace años, la Soberanía Alimentaria como objetivo político pretende, entre otras cosas, resituar el control de los recursos como la tierra, las semillas o el agua en las manos de las personas que producen alimentos, poner el acceso a estos preciados recursos en el centro de las políticas agrarias de muchos países y regiones, especialmente las más castigadas por el modelo neoliberal alimentario. Se demandan reformas agrarias reales, que se protejan a las semillas (fuente de, literalmente, nuestra vida) de la privatización y oligopolios, y como no, se demanda el acceso del campesinado al agua, recurso vital e imprescindible para cumplir con su labor de alimentar al mundo.

Territorio: 
Europa