De terremotos

07/05/2015 - 13:09

Beatriz Barrientos,

Coordinadora Región Centroamérica, VSF Justicia Alimantaria Global

Hay quienes aducen a la voluntad divina la ocurrencia de fenómenos telúricos que devastan zonas enteras del planeta y con ellas a quienes las habitan. Otros, vemos cómo esos fenómenos impactan más profundamente en los países con las poblaciones más frágiles y desprotegidas. Allí el impacto, es enorme, siempre peor para las mujeres. El peligro en el que cae la Soberanía en todas sus vertientes, es inminente pues indefectiblemente las economías más fuertes querrán aprovechar el momento para su propio beneficio.

No se trata de “castigos divinos”. Las consecuencias, aún si los terremotos no puedan evitarse, difieren de acuerdo a las políticas de prevención y protección civil por las que los Estados y sus gobernantes deciden apostar.

Honduras y Guatemala están pasando por una sacudida no telúrica sino ideológica. Se trata de los países centroamericanos que más ocupan las páginas negras de los medios locales y a veces internacionales. Si no es por inundaciones, lo es por sequías y hambrunas; los efectos del aumento de la pobreza, de la desnutrición y del hambre se cuenta en los miles y miles de menores (hombres y mujeres) sin compañía adulta que cruzan las fronteras buscando su propio norte que para el caso es sinónimo de la más leve esperanza de mejora.

Estos gobiernos decidieron que los recursos naturales se ponían a disposición de la inversión extranjera y local (es decir del mejor postor) sin que su explotación deje una ganancia significativa para el país y mucho menos para la población de los territorios explotados. Quienes se han atrevido a levantar la voz se encuentran perseguidos, con procesos judiciales abiertos, en la cárcel, en los cementerios o desaparecidos.

Son cada vez más frecuentes los conflictos por ese motivo.

El campesinado ha intentado por varias vías llamar la atención sobre los peligros que ciernen nuestros cielos pero ni las políticas públicas ni la ciudadanía en general ha vuelto la mirada sobre sus denuncias.

La tercera semana de abril anunció Honduras la aprobación de la reelección para sus mandatarios. Un verdadero golpe para las esperanzas de cambio de rumbo de ese barco a la deriva. Eso mismo han perseguido sus homólogos guatemaltecos pero la voracidad y corrupción de estos segundos se ha adelantado y de momento sus planes no parece que logren concretarse.

En efecto, gracias al informe que llegó puntual desde la CICIG (Comisión Internacional contra la impunidad en Guatemala – NNUU) se da una sacudida que ojalá toque los cimientos ideológicos y se constituya en una verdadera oportunidad para la reconducción de este otro barco encaminado hacia un precipicio. La CICIG denunció la existencia de una red de corrupción y extraordinario saqueo al país, dirigida supuestamente por la vice-presidenta del país. Eso permitió que el Presidente accediera a la prolongación del mandato de la Comisión y también que la población empezara a presionar hasta que se logró la renuncia de la mandataria.

Desde que se supo la magnitud del desfalco realizado a la Superintendencia de Administración Tributaria (SAT) se ha volcado la población a las calles a pedir el cese a la corrupción (allí no hay sectores, por fin se han sumado a la protesta las fuerzas urbanas), la renuncia de mandatarios, la cárcel para ellos, los operadores y las empresas evasoras. Se pide también una nueva ley electoral, de cargos públicos…hasta llegar a la refundación del Estado.

Hay un sueño: mejorar esto…hacer de éste, un país para vivir, en el que la niñez y juventud sean motores de cambio, se les valore, proteja y potencie; en el que la población pueda decidir sobre el modelo de desarrollo que desea, en donde quepan humanas y humanos sin discriminaciones de ninguna índole. Son tantas las demandas para ir conformando el sueño.

Para no perder el rumbo, para avanzar de forma ordenada el momento preelectoral deberá apartar sus intereses y anteponer los de la nación. La ciudadanía deberá trazar una estrategia; ¿replantear la integración? Pero no la del TLC, a del AdA o la del Triángulo Norte. Mejor la integración de la que hablaron Francisco Morazán o Ernesto Cardenal…tantos que antepusieron el potencial de la región a sus recursos naturales; una integración para la vida de la población de Centroamérica y no para la generación de fuerza laboral.. . Llegaron los tiempos de pensar desde dentro para construir hacia afuera, juntar fuerzas, ideas y crear así un mejor plan de país, plan de región, pero uno de verdad.

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