La alfalfa transgénica llama a la puerta

13/10/2010 | VSF Justicia Alimentaria Global

Monsanto ha vuelto a demostrar que tiene uno de los departamentos de lobby más exitosos del planeta. La empresa estadounidense lleva años influyendo magistralmente en todas las administraciones donde tiene intereses mercantiles para que estas abran las puertas, y cuanto más mejor, a sus semillas transgénicas y derivados. El Estado español es una buena muestra de ello y no es casualidad de que sea el estado europeo que más hectáreas de cultivos trasngénicos tiene. 

A la lista de productos Genéticamente Modificados (GM) -maíz, soja, algodón, remolachas, patatas, tomates e incluso salmones- ahora podemos añadir otro producto de masas: la alfalfa. 

La alfalfa es un cultivo que se utiliza intensamente de manera importante como alimento para rumiantes, especialmente en vacas de leche. Es uno de los forrajes estrella. Monsanto piensa a lo grande y a la hora de decidir qué genes quiere mangonear, aspectos como la cantidad de superficie cultivada y, especialmente, su grado de importancia en la alimentación humana o animal, son aspectos claves en sus decisiones. Y la alfalfa es un alimento prácticamente imprescindible para las producciones industriales de leche en el mundo occidental. 

 Desde 2005, la alfalfa GM se cultiva generosamente en EE.UU. Pero en 2006, se presentó una demanda por este cultivo contra Monsanto y el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (por autorizarlo) contra este cultivo. La demanda se basaba en que no existían estudios de los impactos ambientales del mismo y que el cultivo modificado genéticamente podría ser, como sin duda lo son todos los cultivos GM, destructivo social y ambientalmente. Un juez de California falló a favor de la demanda y en contra de Monsanto y del Departamento de Agricultura, éste último por autorizar una cosa sin saber qué impactos tendría. Sentencia con mucha carga de sentido común, la verdad. 
 
Pero Monsanto se puso manos a la obra y recurrió a la corte Suprema estadounidense y, como no, esta vez las cosas se pusieron en su sitio. La Corte dijo que el juzgado de California se excedió en sus funciones y que, por tanto, daba vía libre al cultivo en EE.UU. de la alfalfa GM. Lo más curioso de todo es que la misma Corte Suprema reconoce que no existe ningún informe del Departamento de Agricultura sobre los impactos de la misma, y aun así se autoriza. Primero se cultiva y luego se ve si existe algún riesgo. ¿Difícil de entenderlo, no es cierto? Por eso decimos que el departamento de lobby de Monsanto ralla la perfección.

La alfalfa Roundup Ready (GM) se utiliza en más de 48 estados norteamericanos y su superficie es de más de 100.000 hectáreas (ha.), el equivalente a la mitad de toda la superficie que dedica el Estado español a la alfalfa. No son, por tanto, cuatro brotes transgénicos ni un cultivo experimental, es una auténtica mancha llena de peligros. 

En esta práctica (llenar los campos con plantas trasngénicas antes de que exista legislación adecuada ni estudios que avalen o desautoricen su cultivo) Monsanto tiene mucha experiencia. Así, en la alfalfa transgénica se han denunciado cultivos en México, Argentina o Chile , saltándose la legislación o aprovechándose de sus vacíos. 

 
¿Y en el Estado español?

España es el estado europeo con más superficie destinada al cultivo de alfalfa. En concreto cerca de 200.000 ha. y una producción de un millón y medio de toneladas. ¿Quién se la come? Principalmente las vacas lecheras de los sistemas de producción intensivos. Pero el sector de la alfalfa en el estado tiene una característica especial: el 75% de la alfalfa que se cultiva, se deshidrata posteriormente y es así como llega a la ganadería de leche. 

Esta actividad está altamente subvencionada y las ayudas, hasta ahora, llegan directamente a las fábricas de deshidratación. Es decir, la alfalfa se puede considerar a todos los efectos un cultivo industrial y altamente procesado.

 
Un segundo aspecto a considerar son las exportaciones de alfalfa. Casi un tercio de la producción de alfalfa se exporta y más de la mitad de esas exportaciones van directamente a los Emiratos Árabes Unidos. Sí, sí, a los EAU. Resulta curioso que la UE subvencione a las empresas que fabrican la alfalfa deshidratada y que luego esta se exporte a los EAU, el beneficio para la ciudadania europea que justifique esa subvención es, cuando menos, críptico. 

¿Existen posibilidades de que se autorice la alfalfa transgénica en Europa?Lamentablemente sí. Veamos algunos datos concretos: en el Estado español se producen unos 1300 toneladas (tn.) de alfalfa deshidratada, eso equivale a 4,5 kg. de alfalfa deshidratada por vaca lechera y día. Si le sumamos el resto de alfalfa producida no deshidratada, son casi 5 kg. de alfalfa lo que consume de media una vaca lechera al día. Constituye, por tanto, uno de los ingredientes básicos de la ganaderías convencionales. 

Autorizar la alfalfa GM no es cualquier cosa. Significa sumar otro gran ingrediente a los que ya son consumidos de manera habitual por las vacas de leche intensivas, el maíz GM y la soja GM. Sumando los tres entre el 25% y el 50% de la dieta de la vaca lechera industrial sería GM.

Lo más grave de todo ello sería (como lo es en el caso del maíz y de la soja GM) es que la ley del etiquetado está hecha a medida para que el consumidor no tenga manera de saberlo. El etiquetado GM tiene un gran agujero negro: los alimentos de origen animal. Si una va a una granja de pollos y mira la etiqueta del pienso que se comen, verá que pone soja y maíz GM. Es la única manera que tiene de saberlo. Los huevos ya no lo etiquetan. Ni la leche ni la carne. 

Autorizar cualquier cosa MG que llegue directamente al consumo y que, por tanto, deba etiquetarse como tal, es un problema para las empresas y los gobiernos que le siguen el baile. Patatas, salmones o tomates no lo tienen tan fácil como la soja o el maíz. El truco está en que los productos GM se lo coman los animales y luego, que nosotras nos comamos esos alimentos de origen animal (leche, huevos o carne). La primera parte se etiqueta, la segunda no. Por ahí entran cada día el maíz y la soja y por ahí puede fácilmente entrar la alfalfa. 

España, clave para los transgénicos
Dentro del juego geopolítico en Europa con el tema de los cultivos transgénicos, el Estado español es clave y las empresas lo saben. Siempre e inequívocamente vota a favor de las empresas de biotecnología agraria. Juntemos a eso que España es también el principal estado europeo en superficie de cultivo de alfalfa. Finalmente sumen el, al parecer, mágico poder de persuasión que las empresas productoras de cultivos transgénicos tienen en la Administración española. La conclusión es que hay motivos para estar muy atentos a los movimientos de la industria transgénica y del Gobierno español en el seno de la UE con respecto a este cultivo.

En esta historia hay dos sectores damnificados: uno es el consumidor, claro está. Pero el segundo es la ganadería de leche familiar. Una ganadería que está siendo aniquilada por un sistema de producción intensivo ruinoso y por un cartel agroindustrial oligopólico. El primero tiene, entre sus ingredientes, a las semillas y cultivos GM, el segundo lo forman las industrias lácteas y los supermercados que fijan las condiciones inasumibles para la producción familiar. Solo faltaba ahora la alfalfa.

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