Diversos indicios indican que la Comisión Europea se está oponiendo a divulgar una investigación científica que cuestionaría sus políticas sobre biocombustibles, frustrando así las diversas iniciativas que buscan comprobar el daño ecológico que causarían las políticas de la UE sobre este tema.
Esta investigación confirmaría los hallazgos de numerosos estudios científicos, que indican cómo muchos tipos de biocombustibles pueden causar más emisiones que los combustibles fósiles convencionales.
La Directiva de Energía Renovable dictaminó (como parte de un paquete más amplio de legislación sobre el clima en 2008) que los Estados Miembros de la UE usen insumos renovables que cubran el 10% de las necesidades de transporte en 2020.
Se espera que esta meta sea alcanzada, en parte, con biocombustibles; asumiéndose que estos reducirían los gases de efecto invernadero. Todo ello a pesar de que recientes investigaciones científicas indicaban que la producción de biocombustibles causaría un considerable impacto negativo en los terrenos fértiles y las emisiones.
Preocupados por estos probables impactos, el Parlamento y el Consejo Europeo requirieron a la Comisión para que analice y decida sobre el tema. Y la investigación científica que ahora se oculta es el resultado de este análisis. Una consecuencia muy conocida de la producción de biocombustibles es que convertirá los bosques en tierras de cultivo, las cuales se expandirán para satisfacer el voraz mercado de los combustibles; en detrimento de las tierras dedicadas al cultivo de alimentos.
El Cambio Indirecto del Uso de la Tierra (ILUC, por sus siglas en inglés) puede ser el factor más importante para calcular el impacto de los biocombustibles. Todo lo anterior podría desembocar en biocombustibles vendidos a Europa que crean más emisiones de gas con efecto invernadero que, inclusive, el petróleo y el diesel convencional. A todo ello, la semana pasada, en la guía de biocombustibles preparada por la Comisión para los Estados Miembros, se dijo que las plantaciones de palma de aceite deberían ser reclasificadas como bosques para evitar infracciones por daños ambientales.
Desde VSF, demandamos la inmediata divulgación de este estudio ordenado por la Dirección General de Agricultura de la Comisión Europea, que concluyó en julio de 2009, pero que hasta el día de hoy sigue oculto. Esta negativa de la Comisión en poner a disposición la información científica de dominio público es particularmente preocupante porque se trata de una violación a la legislación europea sobre acceso a la información, y una bofetada a la participación pública en decisiones de corte ambiental.
Ya es hora de políticas ambientales basadas en evidencias científicas, contrarias a las que se sustentan en “buenos” deseos y creencias. Por ello, la UE debería revisar sus políticas de biocombustibles para asegurar que solo los que sean beneficiosos sean usados dentro de la UE.