La multinacional química alemana BASF anunció ayer su decisión de abandonar el mercado europeo de semillas transgénicas, reconociendo la “falta de aceptación en muchos lugares de Europa por parte de la mayoría de consumidores, agricultores y políticos”. Esto supone la retirada de la patata transgénica Amflora aprobada hace tan solo dos años, de la que se han cultivado apenas unas decenas de hectáreas y que, tras múltiples escándalos de contaminación, ha supuesto otro gran fracaso para la industria de los transgénicos.
Esto no significa que la multinacional haya tomado consciencia sobre el nivel de peligrosidad del cultivo de semillas transgénicas, siguen estando “convencidos de que la biotecnología vegetal es una tecnología clave para el siglo XXI”, tal y como anuncian en la nota de prensa hecho pública hoy, pero dejan el mercado europeo en este sentido por las resistencias de varios sectores a esta tipo de cultivos. Ahora bien, se “concentrará en los mercados atractivos para la biotecnología vegetal en América del Norte y del Sur y los mercados en crecimiento en Asia".
La decisión de BASF se produce después de intensos años de lobby por parte de esta multinacional para introducir sus cultivos transgénicos en Europa. La patata transgénica Amflora fue el primer cultivo aprobado en la Unión Europea tras 12 años, y supuso una de las primeras y polémicas apuestas del Comisario de Salud y Consumo John Dalli.
“La decisión de BASF es un aviso para empresas como Monsanto, Syngenta o Bayer, que siguen presionando para introducir cultivos transgénicos en Europa. El ejemplo de BASF demuestra que forzar la voluntad de los consumidores y de la gran mayoría de agricultores, ni siquiera es rentable económicamente” afirmó David Sánchez, responsable de agricultura y alimentación de Amigos de la Tierra.
Las tácticas de la industria de los transgénicos para la introducción de sus productos en Europa están cada vez más al descubierto, con protestas formales de Gobiernos Regionales como el de Azores por la injerencia de la Embajada Estadounidense por la reciente prohibición de estos cultivos. O las presiones de la industria y la Embajada de EEUU en España que revelaron los cables de Wikileaks, y que confirmaron porqué España es el único país de la UE que cultiva transgénicos a gran escala.