Los pasados 21 y 22 de junio de 2010 el Relator Especial sobre el derecho a la alimentación de la ONU , Olivier De Schutter, organizó en Bruselas una reunión internacional de alto nivel dedicada a analizar el potencial de los métodos agroecológicos (agrosilvicultura, combinación cultivo-ganadería, control biológico de las enfermedades, cultivos intercalados, etc.) como medio para alimentar al mundo y salvar el clima antes de 2050. Acompañado por 25 de los expertos de mayor renombre en el sector de la agroecología, De Schutter, invitó a la comunidad internacional a cuestionar las políticas agrícolas actuales y desarrollar el potencial de la agroecología.
Porqué estamos como estamos. La economía de mercado vigente actualmente no produce y comercializa lo necesario, sino lo que crea beneficio. Así que supedita la necesidad humana básica, a la lógica mercantil, incluida la alimentación de las poblaciones. A lo largo de las últimas décadas el sistema capitalista ha dedicado sus esfuerzos a dotar a la agricultura de técnicas intensivas para aumentar la rentabilidad del campo con semillas modificadas, fertilizantes químicos y uso desproporcionado de la maquinaria. Este sistema agroindustrial ha beneficiado a las grandes empresas en detrimento de la calidad de vida del campesinado, que se ha visto dependiente de las decisiones del mercado y de la gran industria que se encuentra detrás de lo que comemos.
Para destrozar las agriculturas locales y las pequeñas explotaciones era necesario justificarlo, así que en la década de los 50, momento en que se da la “Revolución Verde”, se sostiene que la agricultura a gran escala puede ser la solución al hambre en el mundo, ya que gracias a la tecnificación aumentará la producción de alimentos y, por tanto, disminuirá el número de hambrientos. Nada de esto ha pasado, sino todo lo contrario. Sesenta años después, más de 1.000 millones de personas siguen en situación de precariedad y hambruna, así que podemos afirmar con contundencia el fracaso de la tecnificación de la agricultura en este sentido. Ahora bien, las multinacionales que se encuentran detrás de la agroindustria sí han salido un poco más beneficiadas.
“Con más de mil millones de hambrientos en el mundo y los fenómenos climáticos extremos ante nosotros, tenemos que extender rápidamente estas técnicas sostenibles” comenta el Sr. De Schutter. “Debemos encontrar un manera de combatir a la vez el hambre en el mundo, el cambio climático y el agotamiento de los recursos naturales, aunque ello suponga complicar aún más nuestra tarea. Todo lo que no vaya en esta dirección será una simple pérdida de tiempo.”
La Vía Campesina, un ejemplo a seguir. Los expertos reunidos en Bruselas identificaron las iniciativas que podrían permitir el desarrollo de enfoques agroecológicos capaces de alimentar al mundo en 2050. Su trabajo se basó en las experiencias de los países que cuentan ya con políticas en favor de la agroecología, como Cuba o Brasil; en las experiencias exitosas de diversos centros de investigación internacionales, como el Centro Mundial de Agro-silvicultura en Nairobi; y en los programas de La Vía Campesina, movimiento campesino internacional, que cuenta ya con programas de formación en agroecología.
“Podemos extender estos modelos sostenibles de agricultura y garantizar que su aplicación beneficie de manera específica a los campesinos más pobres. Lo que necesitamos ahora es la voluntad política necesaria para hacer que estos proyectos piloto de éxito se conviertan en políticas y programas nacionales”, dijo el Relator Especial de la ONU.
A modo de conclusión, anunció que pediría al Comité de Seguridad Alimentaria Mundial, que con el tiempo se convertirá en el “Consejo de Seguridad” para la seguridad alimentaria, que tratase precisamente durante su sesión de octubre las políticas e iniciativas que permitirían extender y dar a conocer la agroecología. “Es la mejor opción que tenemos hoy por hoy. No podemos desperdiciarla”.