“Además de ejercer un papel muy importante en las tareas del campo, también sobre ellas recaen las tareas domésticas y de organización de las familias”

03/12/2018 - 16:40

Sònia Resina ha visitado Haití y República Dominicana gracias a la Beca de Sensibilización 2018 de Justicia Alimentaria. Hablamos con ella de su experiencia en las zonas rurales de ambos países.   

¿Cómo ha sido tu experiencia?

Sin duda alguna fue enormemente gratificante. Aunque hace muchos años que estoy vinculada a Justicia Alimentaria y conociera el trabajo que nuestra organización está desarrollando en las Coordinaciones Regionales, nunca es lo mismo leerlo y escucharlo, que verlo in situ. Estar presente en el terreno, compartir charlas y experiencias con las personas técnicas que trabajan allá, con las de las contrapartes con quienes colaboramos y, sobretodo, con las beneficiarias de nuestros proyectos, te permite comprender mucho más el contexto y la importancia de luchar y defender los derechos de quienes viven en el campo y del campo. Además, tuve una agenda muy apretada de actividades que llevamos a cabo, con lo cual, fue una estancia corta en el tiempo, pero muy aprovechada e intensa. Así que estoy muy agradecida a la organización por haberme dado ésta oportunidad.

Y tú día a día, ¿cómo era? Cuéntanos…

Levantarme bastante pronto por la mañana, hacer grandes distancias para desplazarme a las comunidades rurales (en moto o coche de quienes me acompañaban), conocer las personas campesinas de la comunidad, llevar a cabo alguna actividad con ellas (como charlas, entrevistas o un taller de formación), y vuelta a otra comunidad para hacer lo mismo. Al final de la tarde, me instalaba en casa de alguna familia de la misma comunidad y, por lo tanto, adaptarme a sus condiciones de vida. Y a descansar hasta para el día siguiente. Lo más cansado eran las distancias que teníamos que recorrer, largas y por caminos de tierra, pero luego compensaba totalmente. Además, la acogida siempre era muy hospitalaria y me ofrecían todo lo que tenían. Así que aprovechaba al máximo para probar todas sus frutas y alimentos básicos.

Tu estancia coincidió con un conflicto sociopolítico en Port-au-Prince, ¿qué pasó y cómo lo viviste?

Pasó que sin preverlo, cuando estábamos en la capital, empezaron varias manifestaciones populares en las calles, que se fueron sumando y expandiendo por toda la ciudad. El motivo que desencadenó todo fue que el gobierno aplicaba una subida de más del 50%, el precio del petróleo. Para hacernos una idea, eso suponía que el precio de 3 galones de queroseno (aproximadamente, 10,5l del combustible más utilizado para cocinar entre la población más empobrecida) superaba el salario mínimo haitiano. En un país con un altísimo índice de paro, donde el 70 % de la población vive en las comunidades rurales con muy pocos recursos, y que es un país totalmente dependiente de la importación, se encarecía el precio de todo y también limitaba el coste de los transportes diarios que la población necesita realizar para proveerse de los productos más necesitados. Luego, las manifestaciones evolucionaron y terminaron siendo una gran reivindicación en contra del gobierno y a favor de políticas más justas y sociales.

Allí las manifestaciones consisten en obstaculizar cualquier transporte en las calles, quemando neumáticos o cualquier otra cosa como coches, camiones, autobuses, etc, o bloqueándolas con piedras, postes de la luz... También haciendo lo mismo en las puertas de los edificios institucionales y de comercios de empresas extranjeras. Así que por motivos de seguridad, optamos por quedarnos dentro de una casa donde nos acogieron y no salimos para nada a la calle, esperando a que el ambiente se tranquilizara.

Aunque parezca una paradoja, dado que me sentía completamente segura y no tenía la sensación de estar en peligro, para mí fue una oportunidad para conocer de cerca el contexto sociopolítico de Haití. Un país muy castigado, vulnerable, empobrecido por varios intereses económicos y con un sistema democrático muy frágil y muy corrupto. Así que ésta fue otra gran oportunidad para conocer el contexto en el cual tenemos que trabajar allí.

Participaste en una formación de cooperativismo y economía solidaria organizada por el MST, ¿qué puedes contarnos?

De ésta experiencia en concreto no puedo contaros mucho, la verdad. Justo acababa de llegar a Haití, sin entender el creol y sin nadie que me pudiera traducir. De modo que de la formación en sí poca cosa os puedo contar. Pero sí podría destacar la gran participación de las mujeres de la comunidad y el gran sentimiento de pertenencia que tenían hacia sus propias organizaciones campesinas. Fue muy bonito. Y en ser justo al inicio de la beca y, por lo tanto, mi primera experiencia allí, me queda un muy buen recuerdo.

¿Cuál es el papel de la mujer en el campo y en los espacios de toma de decisiones?

Pues hay diferencias según los casos particulares, obviamente. Aunque no siempre es así, todavía hay muchas mujeres con dificultades para acceder a tierras propias donde cultivar, y en cambio todas ellas trabajan en las tierras de sus esposos o familia. Además, muchas veces no intervienen en las decisiones relativas al campo, porqué son los hombres los que lo gestionan, aunque ellas también las trabajen. Así que pude contrastar que, además de ejercer un papel muy importante en las tareas del campo, también sobre ellas recaen todas las tareas domésticas y de organización de las familias. De modo que, aunque cada vez están más presentes en las organizaciones campesinas, el hecho de trabajar en sus casas y también fuera de ellas (en tierras propias o no), nuevamente les es más difícil participar en éstas, resultando ser una participación menor y con un rol distinto al de ellos. Imagínate si en sus casas no acostumbran a decidir conjuntamente con sus esposos y si no son ni propietarias... Así es difícil que estén presentes en las organizaciones campesinas, y si lo están, la dificultad que tienen para poder participar de igual a igual que los hombres.

Si tuvieras que definir esta experiencia en tres palabras, ¿cómo lo harías?

Gratificante, vivencial y única.

¡Mil gracias por compartir tu vivencia Sònia!