A siete años del terremoto, sin apenas haberse recuperado de las secuelas dejada por este, Haití afronta con valentía la embestida del huracán Matthew, el cual ha dejado tras su paso más de 1.4 millones de personas afectadas en los departamentos Sudeste y Noroeste, agravando sus condiciones de vulnerabilidad.
La historia se repite, en el 2010 el terremoto dejó muerte, destrucción y desolación, y en octubre del año pasado, el huracán Matthew destruyó entre el 60 y el 90 por ciento de los cultivos en el país y la ganadería, una actividad habitual en el noroeste de Haití, también registró pérdidas sustanciales. Se perdió entre el 60 y el 80 por ciento del ganado, más del 80% de las viviendas y las infraestructuras viales sufrieron incontables daños graves o fueron destruidas. El común denominador de ambos fenómenos es poner al descubierto la pobreza extrema del país y la vulnerabilidad ante catástrofes naturales —como el terremoto en 2010 y el huracán Matthew de octubre 2016. Hoy se cumplen 7 años pero no se ha puesto remedio. Haití es la fotografía del capitalismo del desastre en su máxima expresión.