Justicia Alimentaria presenta en el Parlamento Vasco una guía para cambiar la política pública alimentaria de Euskadi

23/09/2019 - 16:20

Justicia Alimentaria ha presentado esta mañana en el Parlamento Vasco la “Guía para Administraciones Públicas sobre políticas alimentarias y salud en la CAPV” para cambiar la política pública alimentaria de Euskadi con medidas que aborden los perfiles nutricionales, el etiquetado, la publicidad y el marketing, la accesibilidad a los alimentos y otras medidas integrales para la coherencia de políticas.

Las acciones propuestas, basadas en los datos del informe «Viaje al centro de la alimentación que nos enferma», elaborado por la propia organización en el marco de la campaña «Dame Veneno», deben abordar el conjunto de causas de la alimentación insana, comprobadas empíricamente y denunciadas por diversos organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS). La organización ha identificado los problemas y soluciones que inciden en la alimentación y en la salud pública vasca y ha aportado líneas de acción, a través de recomendaciones, para que las Administraciones públicas vascas puedan construir políticas destinadas a frenar las enfermedades causadas por la mala alimentación. La guía también ofrece información sobre estudios o experiencias en materia de prevención relacionadas con la alimentación. El informe, con datos de la CAPV, ha sido socializado conjuntamente con la Confederación de AMPAs del País Vasco (EHIGE).

La salud como tema político, no solo médico

No todas las personas comen igual y ese consumo no es debido a una elección individual, sino a una infinidad de causas y efectos estructurales. Las clases populares y las personas con renta más baja, en un porcentaje superior mujeres, son quienes más sufren las consecuencias. Es por este motivo que desde Justicia Alimentaria se denuncia que las medidas basadas únicamente en campañas educativas sobre buenos hábitos alimentarios y estilos de vida saludable son insuficientes. Las Administraciones públicas deben implicarse y comprometerse con un problema de salud pública de esta magnitud y solo puede abordarse a través de políticas públicas multisectoriales que estén a la altura de las circunstancias. Tal y como ha comentado Javier Guzmán, director de Justicia Alimentaria “es imprescindible un marco de acción fuerte y coordinado, que implique a diferentes agentes sociales y que modifique los aspectos económicos, sociales y culturales que causan la epidemia de la alimentación insana, aunque la industria de alimentos siga adoptando estrategias para negar el papel de la alimentación procesada en el deterioro global de nuestra salud”. 

La acelerada transición alimentaria

La transición alimentaria de las últimas décadas ha sido caracterizada por una rapidez inusual del cambio con respecto a otros periodos históricos y por sus afectaciones globales. Ambos factores intensifican los impactos sociales de estos cambios. Entre los principales motores de esta transición se encuentran, entre otros, la progresiva industrialización de los alimentos y la consecuente desconexión de los mismos con su origen, variedad, temporalidad, cocina y cultura. Y estos hechos no pueden desligarse de uno de los principales factores del éxito del cambio de patrón alimentario: el poder de la publicidad. Sin embargo, estos cambios en la dieta se vinculan al desarrollo de un buen número de enfermedades, cuyo impacto en la salud pública a nivel mundial es muy grave. De hecho, la alimentación insana es la primera causa de enfermedad y pérdida de calidad de vida en Euskadi y en el mundo.

A la alimentación insana se le pueden atribuir un 40-55 % de las dolencias cardiovasculares, un 45 % de la diabetes y un 30-40 % de algunos cánceres, como los de estómago y colon. Además, el sobrepeso y la obesidad causados por las dietas insanas están estrechamente relacionados con el desarrollo de estas y otras enfermedades. Fundamentalmente esto se debe a un aumento considerable en la ingesta de grasas (saturadas o trans), azúcares y sal contenidos en alimentos que han ido sustituyendo a las bases de la pirámide nutricional (verduras, hortalizas, frutas, legumbres o granos).

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