La agricultura urbana en Cuba: ejemplo de resiliencia ante la emergencia climática

14/06/2021 - 11:29

No son tiempos de convenciones y discursos. La emergencia climática precisa de acciones concretas que garanticen el futuro de la humanidad y del planeta.

Esta declaración de intenciones abre el documental sobre la agricultura urbana saludable en Cuba como ejemplo de resiliencia ante la emergencia climática, producido por Justicia Alimentaria en 2021.

En Cuba, esta llamada a la acción colectiva fue recogida hace ya tiempo, y en este documental que presentamos recogemos algunos de sus mejores efectos en la población y el entorno medioambiental, y que van desde poder garantizar el suministro de productos agrícolas a la población local, especialmente a lo que denominamos consumo social: escuelas, hospitales, centros de maternidad, etc., hasta la capacidad de adaptación para enfrentar los desafíos de la crisis climática. Todo ello, gracias a iniciativas como los mercados de la tierra, un ejemplo de intercambio colectivo de alimentos, saberes y juegos donde toda la población participa, sea compradora, productora, consumidora, grande o chica. O los cultivos en los patios, las plantas proteicas para alimentar el ganado, el cuidado de los suelos, o el aprovechamiento de los residuos orgánicos para producir de manera saludable y sostenible.

El documental, grabado en La Habana en marzo de 2021, es también testigo de cómo estas mismas acciones para garantizar la producción agrícola y afrontar la emergencia climática son a su vez, en un contexto de pandemia global, saludables y sostenibles para las personas y el medio ambiente.

Capítulos
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1.    Frente a la emergencia climática y la pandemia, buenos alimentos y resiliencia.
Una de las iniciativas que son ejemplo de resiliencia es la del Movimiento de Alimentación Sostenible y su “Mercado de la Tierra”: Productoras y productores locales que comercializan alimentos saludables a la vez que ponen en marcha, de manera colectiva y para todas las edades, actividades de aprendizaje y esparcimiento. Otras prácticas resilientes ante la crisis climática -en tiempos de pandemia, además- son las que tienen que ver con el cuidado de los suelos, el cultivo de plantas proteicas para alimentar el ganado que previene a la vez la escasez de de pastos en períodos de sequía, la siembra de frutas y hortalizas en los patios de las viviendas para abastecer a las comunidades y la población más vulnerable durante la crisis del COVID-19… En definitiva, la resiliencia como buena práctica para afrontar la crisis climática y la provocada por la pandemia.

2.    La Tierra te lo da todo: Claves para enfrentar los desafíos de la emergencia climática
“De la tierra puedes sacar muchas cosas, lo que no puedes es aplicar químicos: la tierra te lo da todo”. Estas palabras de una de las productoras locales recoge bien el valor que se le debe dar a la tierra que cultivan para afrontar las crisis. “Los productos orgánicos son mejores, más sanos, frescos, no dañan la salud humana”. “Todo aquí es materia orgánica, todo natural”, reitera Ángel Igarza, comercial de la finca agroecológica “La Victoria”.

El cuidado de los suelos
La calidad de los frutos de estas fincas proviene en buena parte del cuidado de los suelos. Noraida Sánchez, jefa de la “La Victoria”, nos explica el proceso: “Producimos en la cooperativa nuestro propio compost, aprovechando los desechos de las cosechas, el humus de lombriz, el estiércol de los animales…, esto nos da la planta proteica con las que alimentamos al ganado de una manera más natural que con el pienso”. Las fincas tienen su propio ciclo: “Los residuos de las cosechas sirven de alimento a los animales, y con los residuos hacemos lombricultura para a la vez fertilizar nuestros suelos”. nos cuenta Elena Castellanos, ingeniera agrónoma en la finca agroecológica “Media Luna”.

3.    El fruto de la resiliencia: salud global
“Los animales han mejorado su peso corporal, se desarrollan más rápido y más fuertes… Antes producían 40 litros de leche, ahora son 50”. Noraida nos da con este resultado la clave de la práctica agroecológica en estas fincas: el cuidado de los suelos, unido al aprovechamiento en todo el ciclo de producción de los residuos orgánicos, hace mejorar el producto final, tanto cuantitativa como cualitativamente. Además, el cultivo de la planta proteica evita catástrofes en períodos de sequía en los que los pastos están secos y no se puede alimentar el ganado.

A esto le llamamos resiliencia: la capacidad de la naturaleza y los seres vivos de adaptarse a los cambios para cuidar la tierra, producir alimentos saludables, enriquecer nuestro conocimiento colectivo, trabajar por y para la comunidad, y ser sostenibles, social y medioambientalmente.

4.    Cultivo de patios en tiempos de pandemia.
El cultivo de patios de las viviendas contribuye a la producción de alimentos en el país.
“Soy campesina de Santiago de Cuba, toda mi vida he sembrado y ahora, con esta pandemia tan peligrosa, donde el tema comida está un poco difícil, en esta finca siembro ahora hortalizas, plátanos… todo por ayudar a los viejitos vulnerables, a los vecinos y a la comunidad”. Nos lo cuenta Virginia Creach desde “La Poderosa”, la finca que trabaja para contribuir a la producción de alimentos en Cuba, como se hace en muchos patios y espacios de tierra en el entorno de las viviendas cubanas.

5.    Soberanía alimentaria gracias a la energía solar
Una instalación fotovoltaica optimiza el secado de pienso artesanal o criollo para la alimentación de conejos. La secadora solar hace las veces de almacén que protege el pienso de las lluvias e inclemencias climáticas. Nos lo cuenta Libaldo Díaz Casas desde su finca “Media Luna”.

A Virginia también le resuelve la energía fotovoltaica el tedioso riego manual de las hortalizas de su finca: un sistema de riego solar puede ahorrarle tiempo y costos de regar con turbina. Pero aún tiene que instalarla para cubrir el riego de su plantación, que alcanza una hectárea de terreno. El sistema de riego solar bombea hasta 19.000 litros de agua en 5 horas, suficiente para regar una hectárea de cultivo.

6.    La prevención, el conocimiento y la ciencia, el mejor remedio ante la emergencia climática
“Aquí estamos preparados ante cualquier catástrofe”. Noraida pone el ejemplo de un huracán: “Las plantas proteicas hacen de barrera viva e impiden la entrada de plagas en nuestros cultivos”, algo fundamental para salvar la materia prima y consecuentemente, la producción alimentaria.

La reforestación de terrenos también es una manera de proteger el entorno medioambiental a la vez que garantiza el alimento del ganado. El análisis continuo de los suelos es otra garantía de una producción de calidad. Así lo expone la agrónoma Elena Castellanos, que aplica en su finca su conocimiento científico, adquirido en el INCA, Instituto Nacional de Ciencias Agrícolas.
“No solo es que nos den recursos, sino que todos los días aprendemos algo diferente”. La diversificación de la producción en las fincas agroecológicas hace posible el trabajo durante todo el año de carne y hortalizas.
“En situaciones como las de hoy, con el COVID-19, la agroecología nos da soberanía alimentaria. Todo lo que consumimos en la finca es producción propia: huevos, carne, verduras…” confirma Libaldo desde la finca “Media Luna”. “Todo lo que consumimos lo producimos aquí, excepto el arroz y la sal”, nos dice Elena.

7.    Educar para el futuro
“A mí me gustan los vegetales, y más la lechuga”, nos dice Andy Daniel Díaz, alumno del “Círculo de Interés”. “Aquí aprenden a amar la naturaleza, les enseñamos a cuidarla, a ahorrar energía, a conocer los suelos como componente fundamental, y obtener así hortalizas ricas, sanas y frescas”.
“Me gusta mucho vivir aquí, porque aprendo, ayudo a mi papá a dar de comer a los animales, darles agua, regar las plantas, y a veces vienen mis amigos y les enseño cómo cuidar el medio ambiente”, nos cuenta Melisa Méndez, hija de Elena.

8.    Productos buenos, limpios, justos
Toda la producción de la finca La Victoria va a parar a los mercados locales más cercanos. También llevan semanalmente frutas y hortalizas a un grupo de 30 mujeres embarazadas. Sin olvidarnos del Centro de aislamiento para pacientes positivos por COVID-19, al que se hace entrega de todos los alimentos que necesitan procedentes de la finca.
“Mi mayor satisfacción es que pueda producir para mi comunidad, para mis amigos, mi familia, también para las familias de mis trabajadores, y ver como cada día producimos más y todo sano”.
Esta reflexión de Elena es la mejor conclusión de este documental, que refleja el trabajo del movimiento de la agricultura urbana en Cuba y que Justicia Alimentaria apoya desde 1993 para la consecución de la soberanía alimentaria y la equidad de género.

Todos los proyectos tienen como base la agroecología y las energías renovables como forma de cuidar a las personas, promover la sostenibilidad ambiental y alcanzar la justicia social.

VER EL DOCUMENTAL

 

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Trabajamos para evitar que la crisis de la Covid-19 se convierta en una crisis de hambre.

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