Se fabrican democracias

04/12/2017 - 13:17

Artículo de opinión de Beatriz Barrientos, coordinadora de VSF Justicia Alimentaria Global en Centroamérica

Como dijo alguna vez Eduardo Galeano, “si votar sirviera para cambiar algo, ya estaría prohibido”. Con el tiempo esa sentencia es cada vez más cierta cuando se trata de la “Democracia a la Occidental”, es decir aquella que defiende y sostiene el capitalismo. Nos damos cuenta que esta forma de manifestar nuestras esperanzas es cada vez más manipulada, teledirigida, negociada…

Nos han enseñado que expresar nuestros deseos a través del voto es uno de los grandes logros de la vida en sociedad. Se le llama fiesta cívica a la jornada electoral, acuden por cientos los profesionales de la comunicación, delegaciones internacionales de observación quieren determinar si ésta sigue las reglas del juego. ¿Cuáles serán? ¿Quién las define?

En Honduras, la ciudadanía salió con diligencia el domingo 26 de noviembre, a los centros de votación a ejercer su legítimo derecho para elegir al Presidente del país entre nueve candidaturas. Contra los pronósticos, la tendencia era clara a favor de la Alianza de Oposición contra la Dictadura en los primeros recuentos. Pero no se trata de una oposición cualquiera, de esas que sí ganan las elecciones, de esas que cuentan con la venia internacional y de los poderes internos y externos. Se trata de una peligrosa oposición, de una respaldada por un liderazgo que podría modificar el (sin)rumbo del país. Esa es la diferencia. Si se tratara de una oposición “normal”, de una de “más de lo mismo”, Honduras ya habría proclamado a su presidente para el siguiente período. Pero otra cuestión se opone a ello. Juan Orlando Hernández, actual Presidente (y sus correligionarios) tienen planes de continuar por mucho tiempo en el poder a pesar de los impedimentos legales.

En la defensa de sus derechos el pueblo se encuentra sólo. Hoy Honduras amaneció en situación de toque de queda. Desde las seis de la tarde durante 12 horas y 10 días la libre circulación queda suspendida. Así es como el gobierno defiende su democracia.

Como en Honduras, su vecina Guatemala prepara paquetes legislativos que frenen la protesta ciudadana. Resulta que éstas entorpecen el desarrollo del país, la circulación de mercancías, provoca retrasos para acudir al trabajo. No merecen la misma crítica el pésimo estado de carreteras, la corrupción, la marginación, el abandono de carteras estratégicas como la educación, la salud y la producción de alimentos. La puesta en marcha de leyes antiterrorismo, de reforma del Ministerio Público dirigida a frenar la protesta y la fiscalización está diseñada para desarmar la protesta y los pocos candados que todavía existen.

¿Qué futuro nos espera, cómo podemos aspirar a una vida y un mundo mejores si cualquier intención de cambio, por ligero que sea, es truncado, cercenado, aplastado? En nombre de la Democracia se fabrican, se avalan, modifican elecciones con resultados predeterminados y si éstos no se ajustan, simplemente, no pasan.

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