Artículo de opinión de Javier Guzmán, director de VSF Justicia Alimentaria Global
Publicado en El Salmón Contracorriente
La ministra de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, anunciaba en el marco de su participación en el acto de presentación de los 20 candidatos seleccionados en la I Edición del Programa “Campo Innova“, que se destinarán 724 millones de euros de gasto público total durante el periodo 2014-2020 para ayudar a la instalación e incorporación de más de 15.000 jóvenes a la actividad agraria.
Los datos de relevo generacional en España son dramáticos, los agricultores menores de 35 años representan tan sólo el 4,48 % del censo total en España y el 36,57 % son mayores de 65 años. Por tanto, lo que parecía una buena noticia del Ministerio rápidamente se convirtió en lo contrario cuando la ministra explicó que la iniciativa coincide con los valores y objetivos del programa “Campo Innova”. Una iniciativa lanzada ni más ni menos que por McDonalds, que según sus datos permitirá que 60 jóvenes aporten a la cadena de suministro de McDonald’s alimentos como vacuno, leche, pollo, trigo panificable, etc..
La pregunta es obligada, ¿este modelo de agricultura que quiere impulsar el gobierno es bueno para el conjunto de la sociedad?
El actual sistema global de alimentación se ha convertido en el mayor problema de salud pública a nivel mundial. Por cada día de salud que perdemos por el tabaco perdemos 5 por la mala alimentación. Según el estudio de “The Lancet”, la mala alimentación es la causante del 21% de muertes evitables. En España representa 90.000 personas al año. Esto es debido a que el 70% de la comida que consumimos es industrial, procesada o ultraprocesada y este tipo de comida es el vehículo de componentes perjudiciales para nuestra salud como es el exceso de azúcar, grasas y sal. Además, cabe señalar que el 44% de la población española no puede acceder a una alimentación saludable por cuestión de renta y cada vez más amplias capas de la población está consumiendo productos de alimentación “low cost”.
A nivel global la agenda de la alimentación y agricultura para los próximos años viene determinada por la necesidad de poner en marcha medidas urgentes y eficaces que permitan alimentar a más personas, pero de una forma saludable y que esto sea compatible con la lucha contra la crisis climática. Para ello, la propia FAO reconoce en su último informe, que es necesaria una profunda transformación en los sistemas alimentarios y agrícolas de todo el mundo. Una transformación que obliga a cambios drásticos en el modelo de producción agraria y ganadera, que tenga en cuenta la relocalización de la actividad, la ampliación de los circuitos cortos de comercialización y como base fundamental contar con un vigoroso relevo generacional.
Por un lado la FAO y la propia OMS nos piden un cambio urgente hacia una dieta más sana y menos procesada, y por otro lado el modelo que impulsa y avala el Ministerio de Agricultura es el opuesto, ya que promociona directamente que existan nuevos agricultores/as, ligados a los intereses de la gran industria del fast food y que en lugar de transformar el sistema, lo asegure y amplifique.
¿De verdad tenemos que aceptar que los McDonalds sean el futuro de nuestra alimentación y agricultura?