Esta mañana la plaza del Ayuntamiento de Valencia ha amanecido con tres grandes puestos de cartón pluma representando un mercado agroecológico. Se trata de una iniciativa de las entidades agrarias, sociales y ecologistas Acció Ecologista-Agró, CCPV-COAG, CERAI, Ecomaclet, Greenpeace, Justicia Alimentaria, Mundubat, PER L’HORTA y la Plataforma per la Sobirania Alimentària del País Valencià para exigir un modelo de alimentación sostenible para la ciudad. De esta manera, y con motivo del Día Mundial de las Ciudades, que se celebra mañana, 31 de octubre, las organizaciones quieren visibilizar lo esencial que consideran el papel del Ayuntamiento para impulsar el consumo local y ecológico, mediante la implantación de mercados en todos los barrios de la urbe, y desde las propias administraciones a través de la Compra Pública.
Durante la pandemia los puntos débiles de las ciudades se han visto más acentuados que nunca, poniendo en evidencia la necesidad de vivir en ciudades sostenibles y resilientes. Investigaciones recientes muestran que el sistema alimentario actual es el causante de hasta el 37 % de las emisiones de los Gases de Efecto invernadero (GEI) a nivel mundial, por lo que urge reinventar la forma en la que alimentamos las ciudades. Sin embargo, Valencia, que se ha adherido a la alianza por la emergencia climática, ha firmado el Pacto de Milán, fue Capital Mundial de la Alimentación Sostenible en 2017, y adoptó una Estrategia Agroalimentaria Municipal (EAM) en 2018 todavía tiene el desarrollo de estas políticas como asignatura pendiente. Con motivo de que deje de serlo, hoy las entidades anteriormente nombradas han hecho llegar una carta al alcalde con sus demandas.
Diversos proyectos municipales han logrado visibilizar la producción ecológica de la Huerta de Valencia, lo que se valora positivamente. Sin embargo, las entidades agrarias y ecologistas firmantes consideran que se necesitan metas más ambiciosas.
Es necesario que se extienda el modelo agroecológico (productos ecológicos de kilómetro 0) con más espacios de venta en todos los barrios de la ciudad por medio de la creación de más "tiras de contar agroecológicas" semanales, como la inaugurada en febrero de 2017 en Mossèn Sorell que representa un ejemplo de éxito. Estas serían coherentes con la EAM, permitirían a los agricultores y agricultoras ecológicos de la huerta la venta directa de sus productos y a las personas consumidoras acceder a verdura ecológica de proximidad a buen precio.
“Si queremos alimentos seguros y de calidad, si queremos que nuestra ciudad de pasos reales hacia la sostenibilidad alimentaria y hacia un futuro vivible para todas y todos, es hora de reconciliar la ciudad con su huerta y con quienes cuidamos de ella”, ha apuntado Mireia Vidal, secretaria general de la Coordinadora Campesina del País Valenciano – COAG.
“La venta directa de productos primarios en la ciudad de Valencia ha sido, desde siempre, de vital importancia para las personas productoras de l’Horta de València y de las comarcas cercanas y ahora mismo casi ha desaparecido“, ha afirmado Piero Carucci, responsable de dinamización local en CERAI. “El Ayuntamiento sigue anunciando nuevos mercados, pero tras cinco años sin resultados nos preguntamos ¿para cuándo pasaremos de los anuncios a poner en marcha estas ansiadas políticas de sostenibilidad alimentaria?”, ha concluido Carucci.
Las organizaciones también reclaman que el Ayuntamiento incorpore urgentemente criterios de sostenibilidad alimentaria en los procesos de compra y contratación pública: comedores escolares, comida a domicilio para personas mayores, caterings para eventos, etc. El potencial de la compra pública para transitar a un sistema alimentario más justo y más sostenible es enorme, puesto que el gasto de las administraciones en suministros y servicios relacionados con la alimentación es muy elevado (alrededor de 2.000-3.000 millones de euros a escala estatal). La adjudicación de estos contratos se hace en muchos casos a la empresa que ofrece el precio más bajo, lo que es incompatible con una alimentación de calidad, basada en alimentos frescos, de producción local y ecológica, y con precios justos para los y las productoras.
“El Ayuntamiento se está reuniendo con el grupo de trabajo de compra pública del Consejo Alimentario Municipal (CALM) para modificar los pliegos que rigen la licitación de algunos de estos servicios”, ha afirmado Raquel Álvarez, técnica de dinamización territorial y redes en Justicia Alimentaria. “Esperamos que tengan en cuenta nuestras recomendaciones para que Valencia tenga por fin unos comedores a la altura de una ciudad que pretende ser ejemplo de alimentación saludable y sostenible” ha concluido Álvarez.
Extender el consumo agroecológico en la ciudad de Valencia supondría un gran avance frente a la emergencia climática, además de fomentar y proteger la Huerta de Valencia, mejorar las condiciones laborales de los productores y productoras, y aumentar la calidad y sostenibilidad de los productos consumidos en la ciudad.
“Las ciudades tienen la capacidad y la responsabilidad de liderar cambios y eso exactamente es lo que le estamos pidiendo al Ayuntamiento de Valencia. Ya que afirman estar en sintonía con los cambios propuestos, exigimos que se hagan realidad con urgencia, de lo contrario Valencia seguirá contribuyendo al cambio climático con su modelo alimentario”, ha concluido Alba García, responsable de la campaña de ciudades en Greenpeace.
Los alcaldes y alcaldesas son directamente responsables ante su ciudadanía por sus decisiones y pueden tomar medidas decisivas de forma ágil, con resultados inmediatos e impactantes. En el contexto de emergencia climática y sanitaria en el que nos encontramos, es crucial que Valencia se convierta definitivamente en un ejemplo a seguir en materia alimentaria.
* La actividad se ha desarrollado siguiendo todos los protocolos sanitarios exigidos por las autoridades.
CARTA CON LAS DEMANDAS AL AYUNTAMIENTO DE VALENCIA AQUÍ