El pasado 7 de septiembre el Banco Mundial presentó su informe sobre acaparamiento de tierras a nivel mundial. Un informe sobre el que había una gran expectativa para que ayudara a desvelar la tremenda situación que se está viviendo, especialmente en el África subsahariana. La creciente compra de tierras por parte de empresas e inversionistas, en muchos casos subvencionados por los propios Estados ricos, tiene como objetivo promocionar el gran negocio que representa para sus grandes oligopolios la producción intensiva de alimentos de cara al cambio climático, la escasez de agua y el aumento de población que se prevé en el futuro.
El informe es un fracaso en cuanto a resultados, como al propio alcance de la investigación. El BM afirmó que la investigación sería sobre 30 países, pero únicamente fue sobre 14. Parece que las empresas se negaron a compartir información acerca de sus inversiones en tierras de cultivo.
Pero ante tal despropósito, al menos el informe manifiesta algunas verdades que ya sabíamos, como que desde la crisis alimentaria de 2008 existe un gran proceso de acaparamiento de tierras y la tendencia es que se incremente en el futuro. Los compradores de tierra afirman que generan puestos de trabajo en la región en colaboración con las comunidades locales, pero el informe también corrobora que los inversionistas se aprovechan de "condiciones de gobierno débiles" y de la "ausencia de protección legal" para las comunidades locales.
Por último, acaban reconociendo que muchas de estas compras no han cumplido las expectativas y, en vez de generar beneficios sostenibles, contribuyeron a la pérdida de propiedades y dejaron al campesinado en situaciones peores que antes de la intervención.
Leyendo este informe me acuerdo de varias intervenciones estos días en Nueva York de varios presidentes europeos, entre ellos el español, diciendo que van a cumplir sus compromisos con Objetivos del Milenio especialmente en África. Saquen sus conclusiones.