La cocina de la escuela de Larrabetzu -localidad vizcaína de dos mil habitantes- y el comedor del colegio Gómez Moreno de la ciudad de Granada están separados por 820 kilómetros. A pesar de la distancia, cada mediodía tienen un nexo común: los platos que se sirven a sus alumnos, ya sean unas nutritivas alubias o un refrescante gazpacho, están elaborados con ingredientes cercanos, sin intermediarios ni empresas de catering por medio. Ahí viene el segundo punto común entre vascos y andaluces: ambos centros enfrentan todo tipo de trabas por parte de la administración, que los considera fuera del sistema. Los padres, alumnos y profesores prefieren llamarlo autogestión.
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