Cada semana nos encontramos con ejemplos cada vez más evidentes de la situación precaria y de permanente amenaza en la que se encuentra la agricultura familiar en nuestro país. Ahora toca a los productores de frutas que les sale más a cuenta dejar la fruta en el campo, debido a los precios que recibe, cuando sabemos por diferentes estudios que el año 2011 se cerró con unos diferenciales entre origen y destino por encima del 500%.
Precios determinados por las políticas neoliberales que los últimos años han convertido los alimentos en mera mercancía y cuyos precios son fijados por la Bolsa, y esta falta de regulación causa efectos inmensos de destrucción del tejido social y económico de nuestro mundo rural, mermando además la posibilidad de crear nuevos empleos, y con efectos igualmente brutales en los países del sur.
Frente a esta situación se necesitan soluciones estructurales, pero hay algunas que son más fáciles, inexcusables y que mañana mismo se pueden poner en marcha, como por ejemplo la que ha aprobado el Gobierno vasco el pasado mes de diciembre con su Programa de Compra y Contratación Pública Verde 2011-2014, con el que se pretende incorporar criterios de sostenibilidad ambiental a las compras y contrataciones que realicen los departamentos y las sociedades públicas dependientes de dicho organismo.
Sería una buena solución que esta compra pública además incorporara criterios de compra local, por tanto, de apoyo a la agricultura y ganadería cercana, posibilitando la revitalización de la agricultura familiar y agroecológica. Posibilitar que escuelas, hospitales, etcétera, puedan contar con productos cercanos y de calidad. Sería un beneficio para todos, agricultores y consumidores, más teniendo en cuenta que la compra pública por ejemplo supone en Euskadi el 15% del PIB. ¿No sería esta una buena propuesta de impulso económico y de creación de empleo para que el Gobierno la promueva.