En su informe anual, la FAO reconoce que los precios de los alimentos, altos y volátiles, son los principales factores que contribuyen a la inseguridad alimentaria a nivel mundial.
Asegura, además, que la volatilidad de precios puede aumentar durante la próxima década debido a los vínculos cada vez más estrechos entre los mercados agrícolas, la energía y los eventos extremos más frecuentes del tiempo. Como resultado, hay menos tierra disponible para alimentos. Esta volatilidad hace cada vez más vulnerables a la pobreza a los pequeños agricultores y a los consumidores con menor poder adquisitivo.
Ahora la FAO, en su próxima reunión, tiene la oportunidad de apoyar las propuestas que las organizaciones campesinas y la sociedad civil llevan años reclamando, dirigidas a dejar de tratar la alimentación como mercancía o activo bursátil e imponiendo medidas de control de mercados, de promoción de stocks públicos, de inversión en pequeña agricultura y, por tanto, de luchar por la soberanía alimentaria y exigir a los estados que se comprometan en su cumplimiento, anteponiendo el derecho a alimentación a la inmoral especulación alimentaria.
No sabemos que pasará en la reunión, lo que sí sabemos es la posición los gobiernos del G-20, que no han sido siquiera capaces de ponerse de acuerdo en cómo regular los alimentos básicos en la bolsa. Nos encontramos inmersos en una batalla alimentaria global. El Gobierno español participará en esta próxima reunión de la FAO; esperamos que elija acabar con el hambre.