Haití, un año después...

12/01/2011

Hoy, 12 de enero de 2011, se cumple un año dese que un devastador terremoto sacudiera el suelo de Haití, uno de los países más pobres y olvidados del globo.

El seísmo, de magnitud 7.3, dejó un saldo de 250.000 mil víctimas mortales, medio millón de personas desplazadas, y un millón y medio sin hogar. La violencia del fenómeno natural que sacudió Haití es innegable, sin embargo la magnitud de la destrucción causada vino dada no sólo por la magnitud del seísmo, sino, sobre todo, por el nivel de empobrecimiento de la región. Según el Servicio Geológico de Estados Unidos, cada año se producen en el mundo unos 50 movimientos sísmicos de magnitud similar al registrado el año pasado en Haití, y en muy pocas ocasiones se llega al grado de destrucción y devastación registrados en este caso. Así, si bien el origen de la catástrofe puede ser natural, sus efectos no lo son, tienen en su origen decisiones humanas, que se traducen en siglos de régimen colonialista, dos eternas y sangrientas dictaduras y años de políticas neoliberales que han forjado una cruenta historia que ha dificultado el desarrollo de un pueblo.

La mala gestión del desastre. La gestión del desastre a nivel internacional hasta el día de hoy deja mucho que desear. La sociedad civil haitiana ha sido ignorada y excluida del proceso de reconstrucción de su propio país. Las promesas hechas en los meses posteriores al seísmo no han llegado a materializare. La conferencia de Donantes que tuvo lugar en Nueva York el pasado mes de Marzo se comprometió a donar cinco mil millones de dólares para la reconstrucción de Haití, sin embargo se calcula que tan solo el 10% de las ayudas internacionales para la reconstrucción para el bienio 2010-2011 han sido desembolsadas.

La ayuda alimentaria. Más preocupante, si cabe, es la forma en la que los grandes donantes han gestionado la ayuda desembolsada. Paradigmático es el caso de la ayuda alimentaria; los grandes donantes, en lugar de utilizar los recursos para comprar alimentos en los mercados locales, han aprovechado para inundar Haití con toneladas de alimentos procedente de los excedentes agrícolas, la entrada de estos alimentos ha supuesto el hundimiento de los y las productoras Haitianas. La ayuda alimentaria incluso sirvió como plataforma para que la tristemente célebre transnacional Monsanto desembarcara en Haití con un envío de 500 toneladas de semillas que ponen en serio riesgo las variedades de semillas locales tradicionales y la independencia del campesinado haitiano (las semillas de Monsanto no pueden ser conservadas de un año a otro y requieren el uso pesticidas y fertilizantes que comercializa la propia transnacional). Las organizaciones campesinas se manifestaron el 26 de mayo contra esta ayuda envenenada y fueron fuertemente reprimidas por las fuerzas de la Minustah (Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití).

Y es que aunque el terremoto no afectó la producción agrícola, sí tuvo efectos muy negativos en la distribución de alimentos. El golpe ocasionado por el desastre se cebó principalmente en las zonas urbanas, pues los destrozos en las ciudades de Puerto Príncipe, Carrefour, Gressier, Leoganne, Petit Goave y Jacmel representan el 80% del daño total. El hecho que el desastre se produjera en las ciudades conllevó un éxodo masivo hacia las zonas rurales. Esta invasión de las zonas rurales originó una serie de problemas relativos a la falta de alimentos de las familias de acogida, que no estaban preparadas para la llegada de más miembros en la comunidad. Esto sumado a que los programas de emergencia no llegaban al medio rural, hizo que la situación se descontrolara obligando a consumir las semillas que tenían guardadas para la próxima siembra. El movimiento campesino haitiano se movilizó rápidamente para articular una respuesta eficaz frente a esta situación que se concreta en la construcción de una red nacional de producción, almacenamiento y distribución de semillas y granos básicos de variedades locales.

Nueve meses después, epidemia de cólera.
A las dificultades del pueblo haitiano se suma, nueve meses después del terremoto, una grave epidemia de cólera, que se propaga con rapidez. Hasta el momento se han reportado casos en todo el territorio nacional y se han contabilizado unas 150.000 personas afectadas y 3.700 fallecidas. El epidemiólogo francés, Renaud Piarroud, en un informe encargado por las autoridades haitianas, apunta que el origen de la epidemia pudiera provenir del campamento nepalí de la Minustah lo cual ha disparado las tensiones sociales en el país cuya población ya lleva años rechazando la presencia de la Minustah en su territorio.

Un panorama político complejo. Un año después del terremoto en Haití, el panorama político dista mucho de alcanzar la normalidad, la incertidumbre reina tras las elecciones el pasado 28 de Noviembre que se vieron ensombrecidas por numerosas denuncias de irregularidades en el proceso de presentación de candidatos (varios partidos fueron excluidos, incluido el del ex presidente Aristide), de votación y el de recuento. Los resultados, altamente cuestionados por la ciudadanía y parte de los candidatos, echan de la segunda vuelta a uno de los candidatos más populares (el ex-cantante Martelly) para dejar paso a Jude Celestin, yerno del actual presidente Préval y candidato oficialista, y a la conservadora Mirlande Manigat. La segunda vuelta se celebrará el 16 de enero de 2011.

Haití es el descontento y la indignación de un pueblo que siente su voz ignorada.

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