Hace poco menos de una semana el Sindicato Asambleario de Sanidad de Madrid (SAS) denunciaba que en la comunidad de Madrid se siguiera avanzando en la privatización de las cocinas en los hospitales públicos. Y es que la privatización de la alimentación en los hospitales gotea desde 2012, en su afán convertir en servicios privados los considerados “no sanitarios”, entre otros las cocinas.
No vamos a entrar a cuestionar aquí la importancia de la nutrición en la salud de los pacientes, pues a estas alturas es una obviedad. De la misma manera que no cuestionamos la necesidad de una alimentación sana y equilibrada en las escuelas para que nuestros hijos e hijas cuenten con lo necesario en su época de crecimiento. Pero, ¿cómo lo hacemos?
El hecho de que la alimentación no sea considerada prioritaria en servicios públicos como hospitales o escuelas dice mucho de un país al que parece no interesarle velar ni por la salud ni por el bienestar de las personas. Así como tampoco le interesa la sostenibilidad del sector agrario, un sector en crisis que necesita revitalizarse como el aire que respira. En el ámbito hospitalario, la alimentación es considerada herramienta de mejora de gran importancia en el proceso de curación de los pacientes, por tanto, es un error gravísimo que ésta deje de depender del hospital para pasar a manos privadas, unas manos que, no nos engañemos, velan por sus márgenes, no por la salud de los pacientes.
Desde la campaña Cortocircuito invitamos a las administraciones públicas a avanzar exactamente en sentido contrario. Las administraciones y poderes públicos deben tener un rol determinante en asegurar una alimentación sana y equilibrada en los centros públicos, pero también, e igual de imprescindible, impulsar los mercados alimentarios locales, aquellos que harán crecer en calidad y cantidad al sector agrario, y revitalizarán las áreas rurales. E invitamos a las administraciones no a hacerlo únicamente con su capacidad de acción legislativa y presupuestaria, que también, sino como consumidores o “compradores” de alimentos.
Privatizar las cocinas de los hospitales o escuelas, es tan o más grave como hacerlas desaparecer, que es lo que está pasando en forma de goteo en los centros educativos del estado.
Luchemos por la existencia de cocinas en los mismos centros hospitalarios y escuelas, que se abastezcan de producto local, de proximidad, que empuje e impulse al sector agrario en las zonas rurales.