Hoy se cumplen dos años del terremoto que azotó la capital haitiana, Puerto Príncipe dejando un rastro de destrucción desolador. A día de hoy el balance de la situación en la que se encuentra el país no es alentador: más de medio millón de personas siguen sin hogar y 4,5 millones padecen escasez de alimentos. Mientras, grandes empresas, con el consentimiento de los gobiernos, se aprovechan del caos para instalarse en el país caribeño.
ENERO 2010. Un terremoto de gran magnitud sacude al país más empobrecido del mundo.
El seísmo en Haití llegó el 12 de enero de 2010, y supuso un tremendo agravante a la ya compleja situación del país, donde el 80% de la población vivía ya por debajo de la línea de pobreza. Antes de la irrupción del seísmo este pequeño país caribeño era, y sigue siendo, uno de los más pobres y olvidados del globo, pues siglos de régimen colonialista, dos eternas y sangrientas dictaduras y años de políticas neoliberales forjaron una cruenta historia que dificultó el desarrollo de un pueblo, ante todo, caracterizado por la lucha.
La irrupción del seísmo llegó al país como una bofetada que afectó a un tercio de la población. El terremoto se cobró más de 222.570 vidas, hirió a 300.572 personas y dejó sin hogar a 1,5 millones de haitianos. Por si fuera poco, meses después del impacto, una epidemia de cólera sorprendió al país infectando a 522.335 personas, de las cuales murieron 7.000.
La reconstruccion de Haití.
En estos dos años un millón de personas han sido realojadas, 5 millones cúbicos de escombros han sido retirados y 3 millones de personas recibieron ayuda para purificar el agua. Ahora bien, en la capital haitiana siguen quedando otros 5 millones de escombros, lo que impide que en dichos emplazamientos se puedan construir nuevas viviendas para el medio millón de haitianos y haitianas que quedan sin hogar, pues 520.000 personas aún viven en campos de emergencia, 4,5 millones de habitantes padecen escasez de alimentos y el 60% de la población sigue en el desempleo.
Si miramos atrás, nos damos cuenta del olvido progresivo al que el país ha sido condenado. En Enero de 2010 Haití se convirtió en noticia de portada de los periódicos de todo el mundo, la conferencia de donantes organizada por los principales gobiernos hizo generosas promesas comprometiéndose a invertir en el país un total de 4.600 millones de dólares entre 2010 y 2011, a día de hoy tan solo se ha llegado a entregar el 43% de esa cantidad.
Dos años después del impacto del seísmo, ya no se habla de reconstrucción, ya nadie se acuerda de los compromisos asumidos por los estados para contribuir con la refundación del país y Haití difícilmente tendrá una pagina completa en ningún diario.
Un país campesino que pasa hambre.
La lucha contra la escasez de alimentos ha sido uno de los retos más importantes en un país en el que las políticas neoliberales han reinado desde el final de la última dictadura. Ahora, después de la sacudida del terremoto, y con más fuerza, sigue siendo uno de los mayores desafíos que enfrenta el país, que cuenta con el 45% de la población padeciendo escasez de alimentos, lo que equivale a 4,5 millones de personas, de las cuales 800.000 dicha escasez está diagnosticada como grave.
Si la situación de la clase campesina de Haití era ya de por sí complicada la intrusión de granos básicos procedentes de países como EE.UU. no ha hecho mas que complicarla, la salida al mercado de productos locales haitianos se hace prácticamente imposible ya que éstos no pueden competir con los precios de los granos importados que están altamente subsidiados. Además, el interés empresarial de multinacionales de la alimentación en entrar en el país a comercializar sus semillas está amenazando la biodiversidad y la independencia de las comunidades campesinas. Estas prácticas se han multiplicado tras el caos generado por el terremoto, en un momento de vulnerabilidad extrema en el que muchos de estas amenazas han venido disfrazadas como ayuda.
Según declaraciones de Chavannes Jean-Baptiste, campesino haitiano miembro del MPP (organización miembro de la Via Campesina) las organizaciones campesinas están muy preocupadas por los planes del gobierno haitiano que tiene previsto hacer entrega de importantes extensiones de tierra a una gran corporación de origen asiático, con el objetivo de hacer una zona franca industrial para producir bienes para la exportación.
En este momento la gran lucha del movimiento campesino es la defensa de las semillas autóctonas, la conservación del suelo, la gestión del agua, la reforestación para que las familias puedan producir suficientes alimentos en el hogar, para tener comida y poner el resto en el mercado local. “Haití solía ser soberano en la producción de alimentos -explica Jean Baptiste- pero ahora producimos sólo el 40 por ciento de nuestros alimentos. Haití era autosuficiente en arroz, y ahora se importa el 80%. Con arroz a raudales de los EE.UU. los pequeños agricultores de Haití no pueden darse el lujo de producir”.
En este momento una de las principales luchas del movimiento campesino haitiano es contra el cultivo de jatropha para la producción de agro-combustibles, y el cultivo de semillas transgénicas.
Nuestro trabajo.
En Veterinarios sin Fronteras trabajamos con las organizaciones haitianas en el país con el programa “Resembrando Haití” para recuperar sus infraestructuras agrarias y sus recursos productivos.
En un inicio se abasteció a 6.500 hogares campesinos de semillas y granos básicos para cubrir la campaña de primavera, para luego poner en marcha una red de centros de producción, reproducción, almacenamiento y distribución de semillas y granos básicos. En una tercera y última fase se consolidará la red de intercambio y distribución de semillas y granos con la finalidad de contribuir a conservar las semillas locales, y evitar la implantación de semillas modificadas genéticamente en el país.
Veterinarios sin Fronteras no realiza acciones de emergencia sino proyectos de desarrollo rural. Los donativos recibidos se destinarán a la fase de reconstrucción y rehabilitación en las zonas rurales donde trabajamos:
Número de cuenta del Banco Santander Central Hispano:
0049 – 1806 – 90 – 2290357341
(Indicando en el asunto la palabra “Haití”)