Si bien durante la primera etapa con Evo Morales al frente del gobierno Boliviano hubo una transformación evidente de las estructuras sociales y políticas del estado, y tomaron relevancia y poder las clases, sectores y grupos sociales históricamente excluidos y discriminados, tras su reelección se ha dado un viraje considerable hacia posiciones más conservadoras. Este quehacer del gobierno, contradictorio con su discurso, ha generado muchas tensiones que han salpicado a las organizaciones campesinas en Bolivia.
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El campo boliviano
Bolivia es un país enorme y muy diverso. Una de las zonas en las que trabajamos es el Altiplano boliviano, en el departamento de Oruro, y donde vive la comunidad Huacanapi, que al igual que muchas de las comunidades del altiplano vive unas condiciones complicadas en relación a su ecosistema. Tierras áridas, pendientes pronunciadas, escasez de agua, falta de tierra y dificultad para diversificar la producción.
A las dificultades ecológicas se le suman las políticas que tienen que ver con el modelo productivo, que cada vez más van abriendo paso y priorizando al agronegocio por encima de la producción campesina. Todo esto se traduce en las condiciones de vida y de ingresos para el campesinado, su alimentación es muy poco diversificada, y dependen, en muchos casos, de ayudas externas como remesas de miembros de la comunidad que viven fuera, o ayudas del estado a través de los bonos.
El complejo sojero, la antítesis de la producción campesina
El movimiento campesino en Bolivia se encuentra amenazado por la instalación del complejo de la soja. Miles de hectáreas han sido dedicadas a la producción de soja para la exportación, un cultivo extremadamente dañino para la tierra y que se expande mediante la cadena de alimentos logrando anidarse en la alimentación de vacas, pollos y cerdos. Así, expande su poder económico desplazando a las pequeñas explotaciones pecuarias. En este marco, el agronegocio impide que los campesinos progresen en su participación de los mercados de alimentos, sin embargo su implementación es aceptada por la opinión pública del país, que lo considera el agronegocio como su patrimonio. El Gobierno mantiene un acuerdo de buenas relaciones con el sector.
La agroecología como alternativa
Estamos desarrollando, junto con la CONAMAQ, una experiencia piloto en agroecología que permita la recuperación y revalorización de la memoria agrícola y pecuaria ancestral, así como retomar la visión de los pueblos indígenas y abordar la gestión del territorio en la autonomía municipal. ¿Cómo lo hacemos? Un equipo técnico (un veterinario y un agrónomo) han iniciado la construcción de infraestructuras de producción de hortalizas en un terreno comunal donde las familias se organizan para la producción colectiva. También hemos abordado el tema de la gestión del agua con la realización de un estudio que tiene que permitir el acceso a este recurso para la producción agropecuaria.
Actualidad / Bolivia
El ayni es una práctica ancestral andina que aboga por la solidaridad entre los miembros de una comunidad